David García Martínez nació en 1991 en España, pasó toda su infancia dibujando y manchando todo lo que encontraba perceptible de ser pintado, una mente inquieta e hiperactiva atraída por el color y las formas. En el año 2005 descubre en el arte urbano y en el grafiti una forma de expresión íntima y personal que solo depende de él, donde puede buscarse a sí mismo, mostrarse y manifestar sus inquietudes artísticas abiertamente ante la sociedad. Ha participado en multitud de exhibiciones y concursos a lo largo de su trayectoria.
Siente el arte como una conexión profunda consigo mismo, un refugio para que su mente pueda huir de los problemas sociales y psicológicos que esta sociedad dirigida al fracaso, generan en el artista. La inspiración para sus trabajos suele surgir de su interior, como un diario que expresa sus estados de ánimo. Cada obra comienza con una obsesión de crear algo procedente de un sueño recurrente, un pensamiento, o un sentimiento, que se caracterizan por su imaginario, tan familiar como inquietante, y su acerada crítica social.
David está continuamente obsesionado con crear y desarrollar diferentes técnicas artísticas a través del juego de la pintura, las texturas y la experimentación de los medios. “Mi interpretación del arte es libertad, ser quien quiero ser o revelar quien soy en realidad”. Este progreso en constante evolución es perceptible en sus obras de arte únicas, con un resultado poco planificado de la composición terminada. Perderse en este proceso creativo permite que las capas y las relaciones de color dirijan las composiciones individuales de forma orgánica, dando a cada pieza una calidad estéticamente agradable, pero a su vez de ruido y furia.
Sus obras abordan la pintura desde una perspectiva experimental y abstracta, produciendo trabajos en los que el enfrentamiento entre materiales, formas e ideas es constante. En los últimos años sus obras han sido el resultado de una tenaz indagación y pesquisa sobre una misma preocupación: la dualidad que enfrenta al ser humano como individuo, a su entorno más inmediato, la sociedad en la que vivimos. “Los valores que importan en la actualidad son materiales y efímeros, y creo que una de sus influencias más dañinas es la creación de falsos modelos sociales”
Por ello, centrándose en los sentimientos y las experiencias personales, contadas a través del lenguaje de la abstracción y la metáfora, David conecta con el espectador en un nivel íntimo de la experiencia humana compartida.